En un país que ha crecido muy por encima del promedio latinoamericano en las últimas décadas —pese a compartir un perfil exportador de materias primas similar al de otras naciones de la región—, es comprensible la preocupación actual del empresariado, especialmente del sector hotelero colombiano, respecto a la economía. Gracias a una disciplina fiscal y monetaria destacable, Colombia construyó un historial de estabilidad desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la pandemia cambió el panorama, y la hotelería viene sintiendo los impactos, con una caída en la ocupación durante el último bienio.
Este contexto fue analizado durante la conferencia “Colombia: desafíos y oportunidades”, presentada por Luis Fernando Mejía, director ejecutivo del Centro de Investigación Económica y Social (Fedesarrollo), uno de los ponentes del segundo día del Congreso Nacional de Hotelería, organizado por Cotelco Nacional y celebrado en Pereira.
Al inicio de su presentación, Mejía expuso una visión histórica del crecimiento económico del país. “La economía colombiana ha crecido un 50% más rápido que el promedio regional en las últimas décadas”, destacó. En 124 años, Colombia registró solo cuatro contracciones anuales del PIB, frente a 16 en Brasil y 21 en México, las dos mayores economías de América Latina.
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El economista explicó que este desempeño se debe a la disciplina fiscal y monetaria mantenida por sucesivos gobiernos. “El país ha tenido solo tres episodios de reestructuración de deuda pública —todos antes de la Segunda Guerra Mundial—, a diferencia de otras naciones de la región: Brasil tuvo once y México, cuatro”, señaló.
Esa disciplina también se refleja en el control de la inflación, ya que Colombia no ha vivido episodios de hiperinflación desde 1970. “Todo este contexto positivo se debe, en gran parte, a la independencia del Banco Central en la conducción de la política monetaria”, añadió.
Contexto actual
La pandemia, sin embargo, alteró esa estructura. El gobierno aumentó significativamente el gasto público para mitigar los efectos de la crisis sanitaria, como hicieron muchas economías del mundo.
“Al igual que en otras partes, eso recalentó la economía y generó inflación, lo que llevó a un aumento de las tasas de interés a partir de 2021. Hoy, el PIB, que creció a un promedio del 3,6% en las últimas décadas, cerrará el año con un alza del 2,6%, similar a la prevista para 2026”, explicó Mejía.
En este contexto, la hotelería vivió un auge inicial tras la pandemia, impulsada por la demanda reprimida de viajes, pero desde 2022 el sector muestra desaceleración, con dos años consecutivos de caída en la ocupación.
“La competencia con los short-term rentals, cuya oferta se disparó desde 2020, explica en parte esta disminución. Para este año, se prevé una reducción de un punto porcentual en la ocupación respecto a 2024”, advirtió.
Riesgos fiscales
Mirando hacia adelante, la principal preocupación de Mejía es el desequilibrio fiscal, que podría afectar inflación y tasas de interés si no se revierte la tendencia de déficits primarios.
“En los últimos cinco años, el país ha registrado tres de los mayores déficits fiscales en 120 años. Para 2025, se proyecta un déficit del 7,5% y, para 2026, del 8,1%”, alertó.
Aun así, la relación deuda pública/PIB, actualmente del 55%, se mantiene controlada frente a otras economías de la región, aunque en ascenso respecto al promedio histórico del país (39,3%) y la media del siglo XX (12,6%), concluyó el economista de Fedesarrollo.
*El periodista viajó con apoyo de Accor
(*) Crédito de la foto: Vinicius Medeiros / Hotelier News







