viernes, 26/septiembre
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El desperdicio de alimentos se convierte en tema en STR

Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos, encendió una alerta sobre el impacto ambiental del STR (short-term rental). La investigación, conducida por el economista Brian Roe, reveló que los turistas que optan por este modelo de hospedaje desperdician, en promedio, el equivalente al 5,1% del valor de la tarifa diaria en alimentos —un monto estimado en US$ 2,3 mil millones al año en el país, revela el NeoFeed.

Publicado en la revista científica Waste Management, el trabajo muestra que el desperdicio aumenta conforme el valor del alquiler y la presencia de niños en los grupos de viaje. De los 502 entrevistados, nueve de cada diez compraron víveres, gastando en promedio US$ 34,40 por día. Del total de alimentos descartados, el 37,1% eran listos para consumo, como congelados y platos semiacabados.

A pesar de la magnitud del problema, apenas el 21% de los turistas recibió algún tipo de instrucción sobre qué hacer con los excedentes, aunque el 40% afirmó que le gustaría tener esa información. Es ahí donde el investigador ve una oportunidad para anfitriones y plataformas. “La información sobre qué hacer con las sobras de comida podría también formar parte de los diferenciales ofrecidos por los inmuebles”, afirma Roe.


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En su artículo, el economista refuerza que “la brecha entre la información proporcionada y la considerada útil por los huéspedes sugiere posibles intervenciones, como listar los lugares para donación de alimentos y compostaje de los residuos”. Según él, “este enfoque, entre otros efectos, disminuye la producción de residuos, que generan problemas ambientales y logísticos para las ciudades”.

Otros datos

El levantamiento también mostró hábitos recurrentes entre los viajeros: casi todos cocinaron al menos una vez durante la estadía, además de frecuentar restaurantes. Ocho de cada diez llevaron sobras de comidas a la vivienda, pero cerca del 15% de los alimentos terminó olvidado en los refrigeradores.

De acuerdo con Roe, cuanto mayor es el precio de la tarifa diaria, mayor es también el desperdicio. “Por un aumento del 10% en el costo diario del Airbnb, el valor de la comida no consumida subió 3%”, explicó. El mismo patrón fue observado con la presencia de niños, con pérdidas que crecían entre 3% y 4% a cada incremento del 10% en el número de pequeños viajeros.

A nivel global, la relevancia del tema tiende a ampliarse. Estimaciones de la consultora Grand View Research indican que el turismo en alquileres de corta temporada debe saltar de 700 millones de huéspedes en 2022 a 1.000 millones en 2028, moviendo US$ 256,3 mil millones —prácticamente el doble de 2024.

Aunque el estudio no incluyó hoteles, Roe cree que el desperdicio es menor en este tipo de alojamiento, justamente por la ausencia de cocinas en la mayoría de las unidades. La investigación, sin embargo, ofrece una base inédita para que gestores públicos, anfitriones y plataformas de hospedaje reflexionen sobre medidas que ayuden a reducir las pérdidas.

(*) Crédito de la foto: Freepik